Sientes que viajas vertiginosamente por una pendiente sin frenos y no sabes con qué golpearás en los próximos segundos.
Parece tan fácil enamorarse y al mismo tiempo tan difícil encontrar a esa alma gemela que nos muestra esa energía para
levantarse en las mañanas y saber que todo lo que vas a hacer es por esa persona que amas.
Somos tontos, durante mucho tiempo nos dejamos llevar por el físico y nos involucramos con parejas sin profundizar muy
dentro en el corazón.
Y años más tarde allí estamos, llenos de un profundo dolor por no sentir muy dentro del alma lo que es amar.
El hombre no es una isla, y completar nuestro destino aquí en este mundo terrenal está quien comparte con nosotros todo,
en las buenas y en las malas.... felicidad y dolor.
Podemos amar al prójimo, amar a nuestros padres, a los amigos, querernos a nosotros mismos,
pero en qué hombro recostaremos nuestras cabezas cuando necesitamos una caricia,
un “te quiero”, un “yo estoy contigo”. Qué pasa cuando queremos susurrar al oído de alguienlo feliz que estás por haberla encontrado... y no tenerlo cerca.
Como la soledad endurece el corazón, y nos hace buscar alegría en banalidades que llenan por un instante,
y luego nuevamente la soledad. Hasta donde el ser humano puede vivir sin amor.
